Qué condena de suspiros
llora la ambición.
Lágrimas vivas
anudan el estómago
en forma de flor,
trenzas
arraigan caminos
obsoletos
en los que se perdió la razón.
El agotamiento golpea el cielo
de toda ilusión
y deja en negro
la pantalla
toda explicación
y la risa se nubla
y el dolor se pasea
en la pena
de ver el reflejo
de piel blanca
y tierna.
No quiero ser árbol
patria destrozada por la avaricia,
tampoco quiero ser el fruto
de amarga codicia.
Desearía vivir un mundo
en el que habitase la sonrisa
y abrazase esta pena
que deseo marchita.
Quítenme el peso
de esta melancolía,
déjenme las alas
para poder volar de día.
Que ahora
ni de noche
soy capaz de esbozar sonrisa.
Ven,
amigo,
amor,
familia,
y llévame lejos
donde toda carcajada
sea mi orilla,
que el horizonte me aprieta
me aprieta la barriga
y ella se tuerce
hacia abajo
en signo de utopía.
Duerme la vida
en el seno del caparazón
de esta niña.
Me paso a agradecer tu comentario, y me agrada mucho lo que leo! Nos seguimos entonces! Un abrazo
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