Cuando la noche se encierra
y se pliega
-como una camisa-
sobre si misma,
empiezo a buscarme.
Navego por la incertidumbre
de no saber alumbrarme.
Rebusco en el trasiego del día
por si hubiese quedado alguna lumbre.
Anticipo la podredumbre
y curo el espanto que implosiona.
Obedezco al giro
me convierto en punto y coma.
Sin final ni continuación
el veredicto
hace de mi ecuación
un laberinto.
Ay Anais, qué manera tan preciosa de brillar! me encanta!
ResponderEliminarMuchísimas gracias por tus palabras. Siempre tan atenta, siempre animándome a seguir. Feliz semana, preciosa. Hasta siempre :)
EliminarDicen que las noches son lo peor para quien a duras penas pueda mantenerse vivo de día.
ResponderEliminarTú lo dices con un sabor a magia que bendito sea, bendita seas, (y un poquito eterna, siendo egoístas).
Un saludo,
S.