de cuando el niño la miraba y quería romper el cristal,
aquel mundo que hacía sonreír al patito feo.
Se reían. Se rieron.
Los años hacían que la pequeña
llorase ante el espejo
ella soplaba sus mundos
en suspiros
hacia el cielo
y sentía mucho
mucho miedo
y no tenía amigos
porque no conocía el juego.
llorase ante el espejo
ella soplaba sus mundos
en suspiros
hacia el cielo
y sentía mucho
mucho miedo
y no tenía amigos
porque no conocía el juego.
De cuando la chica tenía un vestido de goma pegado a los muslos,
de cuando el niño iba con la chupa y se bajaba de la moto,
queriendo romper aquel vestido
aquellas piernas de infarto,
aquella mujer tan bella.
de cuando el niño iba con la chupa y se bajaba de la moto,
queriendo romper aquel vestido
aquellas piernas de infarto,
aquella mujer tan bella.
Se rió, se reía,
pero al fin y al cabo le daba pena
que quisieran destruirla
para sentirse más felices
para sentirse más felices
y después tenían que darse
con la puerta en las narices.
con la puerta en las narices.
No sabían que los sueños
son parpadeos
del alma enjaulada
del alma enjaulada
y que las alas
se forjan con los años,
se forjan con los años,
y que aquel que hace daño
recibe el peor puñetazo.
recibe el peor puñetazo.
De cuando la bala,
la recibe el que dispara.
la recibe el que dispara.
Anaís, me encanta como escribes, me gusta mucho la manera directa y a la vez poética con la que te expresas... me gusta mucho también este espacio,tan limpio,tan abierto!
ResponderEliminarGracias por tu comentario en mi blog!
Muchísimas gracias a ti por tus palabras. Nos vemos. Un abrazo. :)
EliminarPrecioso,
ResponderEliminarme quedo.
*abrazos*
Muchísimas gracias. Gracias por tu nuevo apoyo. Los que llegáis le dais sentido a la continuación de este espacio.
EliminarAbrazos.