19.10.14

La creencia es un horizonte roto


Tu embarazo
de alicate frío
enraizado a la tierra dormida
que no sembró ni la lluvia
quejumbrada.

Tu triste dicha
escarmiento en vena
de una tiza partida.
Habitaste el norte de la caricia
pero el sur de la ignorancia
esperó con la puerta abierta.

Y te vaciaste de flores,
mis lágrimas de hoja encendida
te atisbaron caer,
y se dieron la vuelta.

Habías rechazado su importancia
y ya no volvió a crecer el cielo
de imanes azules
donde durmió el secreto de la plegaria
cristal de devoción intacta. 

16.10.14

Ven

Ven
mírame las manos
y dime que camino me conduce al árbol.

(Estrellas enzarzadas gritando)

Ven
mírame los ojos
y dime qué barco navegar
en este mar de antaño,
de frío,
de espanto.

(Espuma de menta y engaño)

Ven
mírame los labios,
dime que palabras sepultar,
dime donde esconderlas, 
tiempo lejano.

(Hormigas doradas en pensamiento huracanado)

Ven,
asómate a mi corazón
y reconstruye sus ventanas,
en el espejo que esconden los pliegues de mi alegría
también es capaz de reflejarse mi tristeza,
temblando.

(Ojeras rotas de verano azul instalado)

Ven,
cóseme la herida
sepulta el mal recuerdo
y abraza mi alma
mientras emprendemos el vuelo.

(Sonrisas que abrazan al enfermo.)

13.10.14

Sangre amarilla

Voy a desgranar esta pérdida
que no es sino espanto guarecido.

Voy a desvestirme de tus andares
sordos y llenos de silencio
que son ruido
en antiguos oídos.

Voy a hacerte palabras
para poder borrarte 
esa mirada de alma rota
que siempre me ofreciste.

El tiempo antiguo
fue reloj de arena 
en mis manos,
mientras me sentaba
en andaduras necias.

Todo mi disfraz se cuaja
en tu mentira,
camino perdido en orillas claras
y sangre amarilla.

11.10.14

El tiempo es un poema sin escribir.

Has aterrizado en la eternidad de una tristeza encerrada,
has descorrido la cortina de un mundo plagado de vidrios apagados,
en una noche en cuarentena donde han llorado todos los ojos
y se han cansado de hablar todos los labios.
Has habitado el instante
suficiente para habitar la eternidad del momento.
Nunca cabrá en un cuerpo
la inquietud de una mente dispersa
y navegante de tormentas ajenas
que cose todas las enredaderas
a brazos de papel
con hilo de arena
en un tiempo hecho poema.