27.3.16

Abuela.

Me he cansado de las metáforas
que alguna vez te di en forma de abrazo,
de lo que significaba el atardecer
en cada uno de nuestros pasos.

Quise darle alas a las heridas
para que dolor marchase
y dejase ver la luz
que hay al fondo de tus ojos.

Pero tú desfalleciste
y yo me sentí morir.
Pero tú me miraste
y yo me sentí vivir.

No me importó
escalar las estrellas
en las que creías
y hacerlas reflejar
en el lago de tu memoria
abierta y pausante.

En el fondo de los días
hubo una melodía
que se manchó
por tu dolor.

Pero yo te traje música
y sol
y tu piel triste
renovó
la calidez del verano
en mitad del invierno, se hizo todo calor.

Que no le voy a dar a sangre de mi sangre
que cuido de mí por siempre.
Que no le voy a dar a una mujer-monumento
como tú
que desde que nací me acunabas
dejando caer la poesía en mis ojos
para que hoy te pueda escribir estas palabras.

Nuestra poesía es de presencia
y nuestra presencia es poesía
porque cuando tú permaneces
la gloria es pasar a tu lado un nuevo día.

2 comentarios:

  1. MARAVILLOSO! qué emocionante.. he llorado leyéndote.. ojalá mi nietita,algún día,sienta algo parecido a esto! Bellisimo...

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    1. Ojalá todas las abuelas tuviesen nietas que las adorasen. Sin ellas no seríamos. Sólo con eso ya hay razones para querer el origen. Muchísimas gracias por tu comentario. Nunca te podré agradecer tus palabras, me alegra el día. Que tengas unos días maravillosos!

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