23.9.14

A Ana María Matute


¡Hoy lo supe!
No hay frontera 
entre la ilusión
y
el golpe
tampoco 
entre los ojos
y
la viva imagen
que resguardo
bajo la piel entera.

Ya no cabe pensar que la muerte
es un final
-cristales rotos 
clavados en sangre
para todo aquel a quien abraza,
para todo aquel a quien disfraza-

es el principio de un recuerdo
hecho mariposas.

Este espejismo
es tu sonrisa bailadora
corriendo inquieta,
prolongándose
en tus palabras
que guardo
como tesoro.

Tu epitafio
es magia dorada
y el albor de la mañana
siempre traerá en su luz
la fuerza de tu lucha
nunca suficiente,
nunca demasiada.

Muchas gracias,
Ana María Matute,
irás siempre conmigo,
abrazando mis palabras.


Maestra de las letras
que hoy deja caer sobre las estanterías,
su novela póstuma, inacabada en papel
pero no en su cabeza,
Demonios familiares.




No hay comentarios:

Publicar un comentario